sábado, 2 de septiembre de 2017

Zona cero

No lo recuerdo. 
Cómo era vivir ahí, cómo conseguía pasar el tiempo, entera, sin resquebrajarse. 
No lo recuerdo. Por más que lo intento. Cómo podía apartar la realidad para (sobre)vivir en aquella mentira.
Quizás esto sea la resaca emocional. 

Ese recuerdo está ocupado por una sensación de vacío. Estremecedor, helador, que se clava en mi esternón. 
Una imagen que nunca fue real, pero supongo que es lo que mi mente quiere dejarme, para que no lo olvide. Ese frío que se clava en las entrañas y te ahoga, te inutiliza, te deja desnuda ante al adversidad de la vida. 

No lo recuerdo. Por más que lo intento. Solo me queda la sensación de ser una superviviente al peor huracán de mi vida. Alejarme para ver cómo sigue ahí, esperando a que vuelva. Quizás por eso, no lo recuerdo, porque aún no se ha acabado y esto solo es un descanso de la tormenta que se avecina. 

No lo recuerdo. Pero ya no lo intento. 

martes, 24 de marzo de 2015

Cuando hablo del abismo

"Viento en la cara" de Mónica Carretero

Cuando hablo de precipicios, hablo del abismo,
del viento en la cara,
del nudo en la garganta,
de la sensación de libertad y angustia que te atrapa
y de ese fin que se encuentra a pocos segundos de ti.
Cuando hablo de caídas,
no hablo de los ejercicios que explico a mis alumnos,
ni de los tropiezos que me doy cogida de tu mano,
ni de la bolsa,
ni de la ropa interior deslizándose ventana a ventana.
Hablo de soltar la mano,
de ni siquiera tenerla,
de descender fuerte, bruscamente,
como si la nada existiera y cayeras en ella,
ahogándote, asfixiándote, penetrándote...
Hablo de la mano que tenemos en el pecho,
que nos agarra el corazón y nos lo estruja,
que nos hurga en los intestinos y nos los descoloca,
que nos da la vida, el aliento, la última palabra.
Hablo de ese algo que me sugieren los precipicios,
de la sensación efímera, falsa y peligrosa de libertad,
de la brisa del mar dedicándote una sonrisa.
Cuando hablo de precipicios, hablo de tristezas absolutas,
de momentos de soledad,
de ese bis a bis con tu yo interior,
de precipicios que pueden ser reales o ficticios.
Sin embargo cuando te miro a los ojos,
me pierdo en el precipicio de tu mirada
y me dejo caer,
me desvanezco,
empiezo a flotar, a volar,
y siento la brisa en mi cara,
el sentimiento de libertad que me genera tu presencia,
y la mano de mi pecho es la tuya,
acariciándome, dejándome llevar.
Cuando hablo de precipicios, hablo de ti,
de la vorágine de amor que nos envuelve la vida,
hablo de ti y de tu mirada,
hablo de que tus ojos siempre me salvan,
hablo de la esperanza de que seamos nuestros propios precipicios.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Toda una vida de hermanos



El día que te conocí llevaba un palo en la mano porque antes de ir a verte por primera vez, fuimos papá y yo al parque. Recuerdo que te toqué con el palo. Tú estabas dormido, enrolladito en esa minisábana que se le pone a los bebés, y tras tocarte un poco pensando "¿Será como mis muñecos?", te dejé en tu cuna de plástico, solté el palo y subí como pude a la cama con mamá para comerme su comida. Tenía 2 años y 9 meses.

Papá y mamá siempre cuentan que cuando no dejabas de llorar, me mandaban a mí, con el paquete de galletas a calmarte y darte dulces. Tal vez ahí comenzamos a crear ese vínculo de hermanos, o quizás fue ese palo, nunca lo sabremos. Ya no lloras como cuando eras pequeño, que con algo de comida y un poco de compañía los berrinches se iban. Ahora cuando lloras, es de rabia y miedo, es de desesperanza y no hay caricia ni galleta que apacigüe ese dolor. He perdido el poder de hacerte dejar de llorar con mi presencia o quizás se haya transformado en tranquilidad cuando estás nervioso.

Ahora ya no hay palos en nuestra vida, solo un pequeño bastón que te acompaña en tu camino, así que tal vez deba cogerlo y tocarte con él mientras duermes en la cama del hospital, como si fuera mi varita mágica y pudiera quitarte el dolor que sientes o quizás si no fuera tan poderosa, hacer un traspaso de dolor físico y mental para que yo lo acarrease. Quiero que me lo des, que me des a mí esa enfermedad que tienes y todavía no conocemos. Dámela. Te libero de ella. Porque si algo me ha enseñado es que el amor de hermanos es más fuerte que cualquier otro, que si te tengo que dar la mitad de mí, te lo doy sin pensármelo, sin dudar. Ese palo nos unió para siempre y este "para siempre" incluso comparte ADN, así que creo que mañana lo probaré. Iré antes al parque, jugaré un poco, cogeré un palo y mientras duermas en la habitación del hospital, te tocaré con él... Quien sabe, quizás mañana tengas un nuevo despertar.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Mi todo


Los abrazos lo son todo. Suelo pensarlo muy a menudo cuando lo observo desde mis ojos color miel, como le decía a mi padre de pequeña. Los abrazos lo son todo pero cuando te los dan, realmente entiendes la magnitud de ese TODO. Pero quiero hablarte de esos que recogen historias, que cuentan secretos, que se quedan entre dos. Si ahora pienso en todos los abrazos que he recibido este año, podría decirte que han sido de todas las clases posibles. Abrazos de lástima, de pena, de consuelo, de alegría, de "te estoy echando ya de menos, no te separes de mi". Abrazos de "no te vayas nunca de mi lado porque te juro que me haces ser mejor persona cuando estoy junto a ti". Abrazos de sorpresa, de "no importa el tiempo que haya pasado, seguimos igual, somos iguales y aquí estamos". Abrazos de todo va a salir bien, ya verás. Abrazos de "yo te sujeto para que no sigas cayendo"...
Y cuando pienso en cada uno de ellos, sigo sintiendo ese gesto, esos brazos, ese contacto de cuerpo con cuerpo, mi cuello apoyado en las clavículas de los más altos o en los cuellos de los de mi misma estatura. Sigo sintiendo ese amor que no tiene barreras y que se da y recibe con cada gesto, con las sornrisas que acompañan a los abrazos, con las miradas de ante
s y después.
Reivindico el poder de los abrazos, porque pueden con todo, porque son mi todo. Porque soy una abrazadora sin límites y porque tengo la suerte de ser abrazada muchas veces, algunas con te quiero susurrados, otras con risas acompañadas, algunas con un "hasta pronto" y sobre todo, porque es valioso. Un abrazo tiene el poder de lanzarnos a la aventura, de recordarnos esos momentos, de hacernos saber cosas sin necesidad de las palabras. Tiene el poder de ser una pequeña pausa en una lucha y tiene la capacidad de curar, de sanar, de hacernos llorar. Los abrazos lo son todo.

miércoles, 2 de julio de 2014

A Viena o Budapest

A L., mi persona y mi mejor amiga, por si alguna vez encuentras estas palabras.

Me gustaría poder mirarte.
Clavar mis pupilas en tu rostro
y seguir atravesando(te)
hasta donde me dejes pasar.

Me gustaría quedarme ahí quieta
dentro de ti
observando(te) desde
otro punto de vista.

Me gustaría decirte,
más bien susurrarte,
lo bonita que eres
y que llorar no te va a hacer menos perfecta.
Te hará más auténtica.

Poco a poco,
iría ordenando tus altos y bajos,
tus idas y venidas,
buscando el camino
y surrándote que estoy aquí
dentro de ti.

Hasta que un día
tras ordenarte un poco este caos
saldría de ti,
te acariciaría la cara,
te agarraría la mano
y te miraría de nuevo.
Una señal de que todo está bien
de que ya no tienes que tener miedo
de que siempre estaré aquí,
y entonces se supondría
que tú llorarías
o te liberarías
o tal vez divagaríamos como aquella noche
cuando cumplí un año más.
Y hablaríamos de las cosas que importan
y a veces carecen de lógica y sentido.
Tú y yo, mano a mano,
resolveríamos nuestro mundo,
que para eso es nuestro
y para eso estamos.
Y tal vez sentirías la paz
dentro de ti, un poco al menos
y dejarías de sentir que te mueres
en la ciudad del sol y los castillos,
cada sábado y domingo,
cuando los huecos duelen
y cuando no nos sentimos.

Y poco a poco,
caminaríamos juntas,
de la mano,
hasta que tras muchas veces preguntarte
"¿Estás lista?"
dijeras que sí
o un no de mentira,
y empezarías a caminar
para no retroceder en el camino.

Ojalá pudiera poder orden,
en tu cabeza ordenada de desorden.
Ojalá tu dolor
se traspasara al mío
y así aligerar tu peso.
Ojalá me hicieras caso, una vez,
solo una, cuando te digo:
Para
Siente
Llora
Piensa
Vive

Solo una vez.
Todo se calma.
Siempre.

miércoles, 4 de junio de 2014

La profe de ciencias



¿Sabes por qué sé que me gusta esto?
Porque tengo esas ganas locas y preciosas
que sientes tú por tu trabajo,
yo las siento por el mío que todavía no tengo.
Porque quiero mirar a cualquiera de esos niños a los ojos
y decirles que hay pocas cosas que sé a ciencia cierta
y que todas ellas me las explica, razona y da sentido la física.
Porque quiero hacer de lo difícil lo fácil
e instaurar la curiosidad y la alegría en mis clases.
Porque quiero dar lo mejor de mí
para que ellos consigan ser lo mejor de sí mismos.
Por eso quiero ser profesora,
por eso me encantaría formar parte de la vida, 
de los años,
de la sonrisas,
de las caídas en picado,
de los 5 salvados,
de los "¡Eres estupendo!"
de los "¡A por ello sin miedo!"
de todas esas cosas que alguna vez me dijeron
y llevo por bandera
porque quiero ser
eso que siempre he admirado
y que he querido.
La profe de ciencias.

domingo, 1 de junio de 2014

La ausencia no-auténtica

A E. que se encuentra lejos.

Tienes eso
que hace que te eche de menos
de esa forma tan intensa
tan real  y tan palpable
que me agarro el pecho
y me lo estrujo
y me lo beso
como si fueras tú.

Tienes eso
que hace que te eche de menos
con la pizca de mis dedos
agarrando las heridas
que me generan tu ausencia
que es breve y temprana
que es mitad mitad auténtica.

Tiene eso
que hace que te eche de menos
y que desaparece
cuando te veo
y me sonríes
y me besas la frente
me besas el cuello
me haces el amor con tus besos
me enredas con tus hilos
para tenerme más cerca
para no sentir la ausencia
cuando sí que es real
y auténtica.

Tienes eso
que hace que te eche de menos
y que no quiero que nunca
dejes de tenerlo,
y amarrarme a ti
como un velero
al mejor puerto.

Tienes eso
que hace que (siempre) te eche de menos.

sábado, 17 de mayo de 2014

Ese lugar donde todo se esconde

Ilustración de Paula Bonet
 
 
Se sabe de memoria la curvatura de mis pechos, la convexidad de mis labios, la distancia a la que se pierde mi mirada. Es capaz de memorizar el contoneo de mi cadera, el sonido de mi ausencia, la forma de mis uñas clavadas en su espalda. Puedo no decir nada y el con movimiento de mis pupilas conoce mis pensamientos. Aprecia mi silencio, la ausencia de palabras y el torrente de historias desencadenadas que aparecen ocasionalmente por mi boca. Conoce dónde se esconden mis escalofríos, mis pérdidas y mis trofeos. Es paciente con mis causas perdidas que me niego a dejar marchar y un poco, pero tan poco que casi ni se nota, menos cabezota de lo que ya soy.
 
Y lo quiero todo. Le quiero todo. Más allá de lo que se puede abarcar con mis brazos medio abarcables. Y hemos alcanzado tanto, que a veces me dan ganas de gritar al mundo "TOMAD, OS LO DEJO PARA QUE LO CONOZCAIS PORQUE ES UNA LÁSTIMA QUE NO OS TOPÉIS NUNCA CON ÉL" y entonces caigo, y pienso, que nadie sabrá la temperatura de sus pies en la cama, ni dónde besarle para que exclame tu nombre en tu oído, qué dice su mirada cuando se levanta de la silla de terciopelo donde trabaja, ni qué esconde su sonrisa. Lo bonito que es por dentro, ese mundo interior tan gratificante, intenso, inmenso y desbordante de magia y amor que tiene y que no suele mostrar pero que cuando te asomas, te deslumbra, te apasiona, te enloquece, te engatusa...
 
Y entonces pienso, lo fácil que es quererle un poco, simplemente viéndole desde fuera, y la suerte, la suerte de mi vida, la más maravilla de todas, que ha sido esto. Querernos. Por fuera y por dentro.

martes, 31 de diciembre de 2013

Si fueras real, sería más fácil 2013

Ilustración de Carmen Soler (aquí)

Casi me ganas el pulso, querido 2013. Casi. Pero hice esa táctica extraña, de hacer como que te dejaba ganar por un momento, para ganarte la partida. Aunque te quedaste con muchas cosas...
¡Qué fácil sería que los años tuvieran vida, y poder enterrarlos en la basura, o culparles cuando se llevaron cosas preciosas...!
¡Qué maravilloso sería guardarlos en cajas de colores y recordar los mejores, con todos sus detalles, al abrirlas!
Sin embargo, querido 2013, sigamos jugando a que puedo guardarte o enterrarte. Te has ganado un hueco en el vacío que tengo, para recordarte y recordarme. Para no olvidar que a veces se pierde... y otras te duele la tripa de tanto reírme.

Hoy estoy melancólica... Porque ahora tengo tiempo de respirar, porque ya no estoy 14 horas fuera de casa, ni llego agotada. Ahora me acuesto de madrugada con alguna Ambar de más, un poco de tapeo de aquí y de allá... Ahora respiro hondo y sin contaminación... Ahora siento que el tapón que puse en mi pecho, fluye hacia fuera, queriendo salir, cuando paro, cuando me desvanezco en el ruido, cuando ya no miro más allá... Ojalá fueras real 2013, para gritarte y llorarte e intentar hacer un trato contigo. Y que me devuelvas un poco de todo lo que tú y yo sabemos... He ahorrado, en especias, en risas, en sonrisas, en miradas, en cosas buenas de la vida, para hacer un intercambio. Yo te cambio mi tiempo, 2013, por el que me has quitado sin avisar...
Es un buen trato, y siempre lo voy a tener sobre la mesa.

Sin embargo, acabaré recordando las risas, los logros obtenidos, las metas alcanzadas, las cosas bonitas que creé y creí. Lo sé, porque también me has enseñado, que pasa el tiempo, y una siempre acaba recordando las cosas bonitas, con alguna que otra pequeña espinilla.

Pero como no eres una persona, como no eres ni un ente ni un ser divino, querido 2013, sé que acabaré olvidando tu nombre, sé que me quedaré en este presente, porque es el que he aprendido a quedarme a quererme a amar. Aquí y ahora. Llevando conmigo todo (y a todos) aquello(s) que se quedaron en estos últimos 365 días.

Mañana será otro día. Mañana será otro año. Mañana espero tener la tripita llena de Ámbar, una buena sonrisa y una buena comida. Mañana será mañana.

martes, 12 de noviembre de 2013

También en mayúsculas.

Y así, de repente, como quien no quiere la cosa, alguien te dice "Que seas FELIZ, también en mayúsculas, porque a mis 29 me doy cuenta que como tú pocas o ninguna" y que ese "pocas o ninguna" se quede en tu cabeza, y con satisfacción te levantes de la cama, sabiendo que ya cerraste ese capítulo de tu vida, pero que mientras leías esas palabras, lo has abierto, para guardarlas ahí, y que sólo acabes recordando el buen sabor de boca que te dejó.

..."pocas o ninguna"...

...Así... Al despertar, abrir la carpeta del pasado, archivar esas últimas palabras y meterte a la ducha... Y empezar un nuevo día, con un poco de sinceridad y un mucho de energía.