lunes, 29 de abril de 2013

Mi aspirador personal.


Ilustración: Luci Gutiérrez

Tener un aspirador en el pecho que te absorbe hacia dentro, que te intenta ahogar. Que te quita el aliento, y tú hiperventilas, y te agarras a las baldosas de la ducha con tus manos que ya no son ventosas. Y lo intentas, una y otra vez. Dejas que el agua recorra tu cuerpo, como si todo él llorase, y tal vez así el agua caliente rellene ese agujero que tienes dentro, que te come, que te inunda, que te devora cuando te despistas. Y sigues ahí, quieta, muy quieta. Ya no te agarras a nada, ahora eres tú la que flotas. Y sigues ahí, quieta, muy quieta. Cierras los ojos y sientes como todo se va calmando. Hoy es un día de lluvia. Hoy tu cuerpo va a llorar todo el tiempo que las nubes quieran... y es entonces cuando recuerdas aquellas palabras que un día te dijeron "¿Sabes por qué llueve? Porque estás triste" y se te esboza una pequeña sonrisa... Después de todo este tiempo, es lo único con lo que te has quedado, con aquella frase...Y piensas que si entonces pensaste que no había luz al final del túnel, y la encontraste, ahora también. Y es entonces, cuando coges la esponja y con ella, empiezas a curar tus heridas, con cuidado y mimo. Tienes todo el tiempo del mundo, te repites... Lo importante es curarlas bien. Y vuelves al chorro de agua. Y dejas de sentir ese abismo en tu pecho. Ya puedes respirar tranquila... Ya ha pasado...

sábado, 27 de abril de 2013

El jazz y esa camisa.


Ilustración de Conrad Roset

Me dejé caer sobre el jazz y la poesía. Porque sabía que la caída no sería muy dolorosa. El jazz me hace imaginar, la poesía me invita a soñar. Mientras subía Independencia, tras perderme en la sección de libros de la Fnac, visualicé a una pareja. Al principio pensé que tal vez llevaban juntos mucho tiempo. La complicidad les delataba. Mientras esperábamos a que los coches dejasen de pasar, para atravesar las vías del tranvía "jugándonos" la vida, en mi Ipod dejó de sonar Jimmy Smith y mis ojos volvieron a ellos. Él no apartaba los suyos de una chica que estaba al otro lado del paso de cebra. Ella, no hacía más que hablarle de la última película que había visto. Entonces, sus ojos fueron al lugar donde él los tenía puestos y le dijo:

-Me gusta la camisa de esa chica.
-A mí me gusta la chica.

Y así fue como ella se enteró de que él había conocido a alguien. Y así fue como yo me enteré de que eran amigos. Amigos de los buenos. De esos a los que con solo una mirada, se lo dices todo.
Gracias Jimmy por haberme dejado disfrutar de ese momento, gracias a ellos, que aunque no lo sepan, han sido los primeros protagonistas de esta nueva aventura.