sábado, 15 de noviembre de 2014

Mi todo


Los abrazos lo son todo. Suelo pensarlo muy a menudo cuando lo observo desde mis ojos color miel, como le decía a mi padre de pequeña. Los abrazos lo son todo pero cuando te los dan, realmente entiendes la magnitud de ese TODO. Pero quiero hablarte de esos que recogen historias, que cuentan secretos, que se quedan entre dos. Si ahora pienso en todos los abrazos que he recibido este año, podría decirte que han sido de todas las clases posibles. Abrazos de lástima, de pena, de consuelo, de alegría, de "te estoy echando ya de menos, no te separes de mi". Abrazos de "no te vayas nunca de mi lado porque te juro que me haces ser mejor persona cuando estoy junto a ti". Abrazos de sorpresa, de "no importa el tiempo que haya pasado, seguimos igual, somos iguales y aquí estamos". Abrazos de todo va a salir bien, ya verás. Abrazos de "yo te sujeto para que no sigas cayendo"...
Y cuando pienso en cada uno de ellos, sigo sintiendo ese gesto, esos brazos, ese contacto de cuerpo con cuerpo, mi cuello apoyado en las clavículas de los más altos o en los cuellos de los de mi misma estatura. Sigo sintiendo ese amor que no tiene barreras y que se da y recibe con cada gesto, con las sornrisas que acompañan a los abrazos, con las miradas de ante
s y después.
Reivindico el poder de los abrazos, porque pueden con todo, porque son mi todo. Porque soy una abrazadora sin límites y porque tengo la suerte de ser abrazada muchas veces, algunas con te quiero susurrados, otras con risas acompañadas, algunas con un "hasta pronto" y sobre todo, porque es valioso. Un abrazo tiene el poder de lanzarnos a la aventura, de recordarnos esos momentos, de hacernos saber cosas sin necesidad de las palabras. Tiene el poder de ser una pequeña pausa en una lucha y tiene la capacidad de curar, de sanar, de hacernos llorar. Los abrazos lo son todo.

1 comentario: