Y cuando pienso en cada uno de ellos, sigo sintiendo ese gesto, esos brazos, ese contacto de cuerpo con cuerpo, mi cuello apoyado en las clavículas de los más altos o en los cuellos de los de mi misma estatura. Sigo sintiendo ese amor que no tiene barreras y que se da y recibe con cada gesto, con las sornrisas que acompañan a los abrazos, con las miradas de ante
s y después.
Reivindico el poder de los abrazos, porque pueden con todo, porque son mi todo. Porque soy una abrazadora sin límites y porque tengo la suerte de ser abrazada muchas veces, algunas con te quiero susurrados, otras con risas acompañadas, algunas con un "hasta pronto" y sobre todo, porque es valioso. Un abrazo tiene el poder de lanzarnos a la aventura, de recordarnos esos momentos, de hacernos saber cosas sin necesidad de las palabras. Tiene el poder de ser una pequeña pausa en una lucha y tiene la capacidad de curar, de sanar, de hacernos llorar. Los abrazos lo son todo.