lunes, 2 de septiembre de 2013

Tener un nudo en la garganta

Tener un nudo en la garganta de Paula Bonet

Escribir solía funcionar. Solía darme la bocanada de aire fresco que a veces una necesita. Solía dejar entre mis palabras, mis sentimientos más puros y reales, a buen recaudo, para que nadie pudiera estropearlos. Solía hacer esas cosas, hasta que nos acostumbramos. Hasta que nos fuimos el uno del otro. Ya no quiero guardar nada en ningún lugar que no sea en mi misma. Por eso no (te) escribo. Porque si lo hiciera, el nudo de palabras que tengo atravesado en el pecho y la garganta, me ahogaría de tal forma que dejaría un vacío desierto y hondo, dentro de mí. Y ya no sé qué vacíos se llenan y otros siguen estando libres. Sin embargo, cuando las lágrimas afloran, a veces llega la paz momentánea que me deja respirar de nuevo. Otras veces llegan las lágrimas sordas, que son las que más duelen, porque no terminan de salir. Esto es, como cuando alguien pierde la fe. La fe auténtica. Algo así ha sido. Punzante y doloroso.

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