"Viento en la cara" de Mónica Carretero |
del viento en la cara,
del nudo en la garganta,
de la sensación de libertad y angustia que te atrapa
y de ese fin que se encuentra a pocos segundos de ti.
Cuando hablo de caídas,
no hablo de los ejercicios que explico a mis alumnos,
ni de los tropiezos que me doy cogida de tu mano,
ni de la bolsa,
ni de la ropa interior deslizándose ventana a ventana.
Hablo de soltar la mano,
de ni siquiera tenerla,
de descender fuerte, bruscamente,
como si la nada existiera y cayeras en ella,
ahogándote, asfixiándote, penetrándote...
Hablo de la mano que tenemos en el pecho,
que nos agarra el corazón y nos lo estruja,
que nos hurga en los intestinos y nos los descoloca,
que nos da la vida, el aliento, la última palabra.
Hablo de ese algo que me sugieren los precipicios,
de la sensación efímera, falsa y peligrosa de libertad,
de la brisa del mar dedicándote una sonrisa.
Cuando hablo de precipicios, hablo de tristezas absolutas,
de momentos de soledad,
de ese bis a bis con tu yo interior,
de precipicios que pueden ser reales o ficticios.
Sin embargo cuando te miro a los ojos,
me pierdo en el precipicio de tu mirada
y me dejo caer,
me desvanezco,
empiezo a flotar, a volar,
y siento la brisa en mi cara,
el sentimiento de libertad que me genera tu presencia,
y la mano de mi pecho es la tuya,
acariciándome, dejándome llevar.
Cuando hablo de precipicios, hablo de ti,
de la vorágine de amor que nos envuelve la vida,
hablo de ti y de tu mirada,
hablo de que tus ojos siempre me salvan,
hablo de la esperanza de que seamos nuestros propios precipicios.